Operación «Sexo»

El 8 de Septiembre de 1935, el Almirante Canaris, jefe del Abwehr, el servicio de inteligencia militar alemán, se entrevistó con Hitler en su residencia de los Alpes Bávaros.

Hitler había verbalizado en diferentes ocasiones su desprecio por los espías. En una ocasión llegó a decir nunca se humillaría tanto como para estrecha la mano de un espía. Pero Canaris era extremadamente inteligente y sabía cómo agradar al Führer.

A diferencia de lo que ocurría con los informes que le presentaban sus diplomáticos, siempre serios y formales, los informes de inteligencia que presentaba Canaris siempre estaban llenos de lo que él llamaba “información incidental”, es decir, chismes y cotilleos privados sobre la vida de los personajes espiados.

Además de esto, Canaris siempre pedía audiencia con Hitler para pedirle consejo y formación, lo cual agradaba sobremanera al líder nazi, porque no hay psicópata al que no le guste que le adulen. Esa tarde, Canaris preguntó a Hitler en qué países se debían llevar a cabo operaciones de inteligencia. Hitler se negó a realizar ninguna acción en suelo británico, ya que esperaba acercarse a este país de buenas maneras.

Después de repasar otros países europeos, Canaris preguntó por Estados Unidos. Hitler se encogió de hombros y dijo que no le importaba lo que pasaba en ese país tan lejano. Al no haber prohibido las actividades del Abwehr en suelo estadounidense, Hitler había dejado vía libre sin saberlo a una de las operaciones de inteligencia más exitosas de su servicio de inteligencia militar.

Pocos medios y mucho que hacer

En el Tratado de Versalles de 1919, se impuso a Alemania la prohibición de poseer o fabricar aviones, lo cual le impedía disponer de una fuerza aérea en sus reducidas fuerzas armadas. Sin embargo en 1926, el ejército alemán tomó la decisión de saltarse esta prohibición y de manera secreta, comenzar a construir una fuerza aérea de manera clandestina.

Esto se podría llevar a cabo gracias a la colaboración de la Unión Soviética.  Unos años antes, en 1922, la república alemana había firmado el tratado de Rapallo con la Rusia soviética. Ambos países, perjudicados por la paz alcanzada tras la guerra, decidieron colaborar en materia tecnológica y militar.

A cambio de enviar técnicos a suelo ruso, la Unión Soviética permitiría a Alemania a disponer de bases militares en su territorio. En estos lugares, Alemania podría desarrollar sus primeras unidades aéreas y blindadas a espaldas de los países occidentales.

En 1926 se dio inicio a la formación de la Luwftwaffe negra. Se trataría de una pequeña fuerza aérea, formada en un primer momento por apenas unos escuadrones de cazas obsoletos, pero pronto empezó a recibir material más moderno. Para recuperar los años perdidos tras la guerra, Alemania se embarcó en la compra de tecnología en el extranjero. Motores de aviones, nuevos modelos de aeroplanos, nuevos combustibles, etc.

El país con la mejor tecnología era ya en este momento Estados Unidos. Los americanos habían desarrollado trenes de aterrizaje retráctiles, hélices de cuatro aspas, motores más potentes que los de otros países y combustibles más eficientes.

En un primer momento, las compras fueron bien, pero enseguida aparecieron dos escollos: la falta de dinero para poder comprar todo lo que se quería y sobre todo, las restricciones que imponía Estados Unidos a la venta de cierta tecnología, ya que era considerada de vital importancia militar, por lo que se prohibía exportarla a otros países.

En esta coyuntura es donde entrarán en juego los espías del Almirante Canaris.

El agente «Sexo»

Wilhelm Canaris no tenía un especial interés en Estados Unidos. El Almirante era sin embargo un gran profesional de la inteligencia, así que no dejó escapar la oportunidad que se le ofrecía. La Alemania de Hitler necesitaba rearmarse rápidamente y con la mejor tecnología existente, por lo que cualquier manera de conseguir esta tecnología era considerada aceptable.

Ya en 1927, la Fliegerzentrale, la oficina encargada del desarrollo de la nueva fuerza aérea alemana en la clandestinidad, le había pedido al Abwehr que emprendiera una operación de espionaje industrial en Estados Unidos.

El 27 de marzo de 1927 llegó al puerto de Hoboken, en Nueva Jersey, un hombre pálido, delgado y de aspecto ordinario. Según su pasaporte, este hombre nacido en 1893 se llamaba Wilhelm Schneider, estaba casado y su profesión era la de afinador de pianos.

En inmigración dijo que era un emigrante, como otros miles que hacían el viaje esos años en busca de una vida mejor en el continente americano. Rápidamente pasó los controles y se desvaneció entre la multitud.

En el momento que entró en el país, Wilhelm Schneider se esfumó. A partir de ese momento comenzó a utilizar diferentes alias, como Willie Meyer, William Sexton, o el más conocido, William Lonkowski. Este misterioso hombre era mecánico de aviación al finalizar la Primera Guerra Mundial. Después del conflicto, intentó cambiar de profesión, pero no lo logró, así que en 1922 volvió a las fuerzas armadas, donde acabó recalando en el servicio de inteligencia.

En 1922 se le encomendó la misión de evaluar las fuerzas aéreas francesas. Su trabajo dejó tan impresionados a sus superiores que decidieron dejarlo en reserva a la espera de encontrarle una operación digna de sus cualidades.

Su oportunidad llegó en septiembre de 1926, cuando se le ofreció la opción de realizar espionaje industrial en Estados Unidos, para lograr la tecnología de aviación de aquel país. Lonkowski aceptó inmediatamente, lo que dio inicio a la Operación Sexo.

El nombre de la operación no tenía nada que ver con las actividades del agente en Estados Unidos, sino que proviene de uno de sus alias, Willie Sexton, de ahí la operación Sexo, Sex en inglés.

Primero éxitos

Lonkowski era un hombre trabajador. Le costó poco tiempo encontrar la manera de ir entrando en la industria de aviación norteamericana.

Durante los dos primeros años de estancia en el país, siguió manteniendo su tapadera de afinador de pianos, pero al mismo tiempo, comenzó a colaborar con la revista de aviación Luftreise (viajes por aire), editada en alemán por inmigrantes a Estados Unidos.

Esto le daba la excusa perfecta para interesarse por la industria, preguntar sobre la tecnología y no levantar sospechas.

En 1928 logró finalmente entrar a trabajar en Ireland Aircraft Corporation en Long Island. Allí entro como mecánico de construcción de aviones, pero pronto comenzó a ascender dentro de la empresa, lo cual le dio la oportunidad de situar a sus propios agentes.

Para 1932 Lonkowski había logrado crear una pequeña red de espías en diferentes empresas del sector. Para entonces, su mayor logro fue el robar los planos de un caza de combate que era capaz de aterrizar en un portaaviones o en el mar de la misma mesa de dibujo de la Curtiss Aeroplane and Motor Company.

Lonkowski parecía un gran agente, pero sus superiores pronto perdieron interés en esta operación, por lo que durante un tiempo, Sexo se convirtió en poco menos que un agente durmiente, aunque no estuvo ni mucho menos inactivo.

Un hombre cualquiera

Las cosas se estaban poniendo interesantes en Estados Unidos. En el país americano había una gran cantidad de emigrantes alemanes. El propio Hitler llegó a decir que el desarrollo de ese país sólo se debía a la gran cantidad de ingenieros alemanes que trabajaban en su industria.

Fuera esto cierto o no, las autoridades nazis sí que se habían fijado en el potencial del país para sus actividades. Muchos emigrantes podrían la causa nazi y quizás colaborar con ellos.

Este fue el caso del Dr. Griebl. Este hombre había llegado a América para labrarse un futuro mejor. Durante la Primera Guerra Mundial había luchado como artillero del ejército imperial alemán en el frente Italiano, donde resultó herido.

En el hospital conoció a su futura mujer, una enfermera austriaca llamada María. Tras la guerra, ella pagó los estudios de medicina del Dr. Griebl, quien tras su decisión de emigrar, la siguió a Estados Unidos.

Hechizado por la ideología nazi, en 1934 le envió una carta directamente al Ministro de Propaganda, el Dr. Geobbels. En la misiva se ofrecía directamente como agente en Estados Unidos y avalaba su fidelidad con la Madre Patria a través de su hermano, quien era miembro del partido nazi y además conocido personal de Goebbels.

La carta llegó a manos de la Gestapo, quien estaba buscando agentes en el extranjero y ese mismo año, se invitó al Dr.Griebl a una entrevista a Hamburgo, viaje que pagó de su propio bolsillo.

Allí, el aspirante a espía fue evaluado por agentes del Abwehr. Durante el encuentro, Griebl se ofreció como agente captador, con el objetivo de buscar personas dispuestas a trabajar para los nazis dentro de Estados Unidos.

Y la entrevista debió de ir bien, porque en octubre de ese mismo año, recibió una visita en su consulta médica de Nueva York. Una fría tarde de otoño, un hombre se presentó ante el doctor diciendo que tenía un problema con una úlcera.

Después de haber intercambiado las primeras palabras, el paciente se presentó. Era un viejo conocido del doctor Griebl, un alemán al que había conocido en el verano de 1922 en Francia, mientras realizaban una inspección de la fuerza aérea francesa. Al Dr. Griebl le debió parecer que el mundo era un pañuelo, porque tenía allí delante a Lonkowski, el “Agente Sexo”.

Este reencuentro fue muy bien, porque rápidamente se pusieron a trabajar conjuntamente, creando un círculo de espionaje que pronto comenzó a crecer, incorporando cada vez más a militares estadounidenses y a civiles que trabajaban en la industria armamentística.

Toda esta información se enviaba a Hamburgo a través de varios correos, trabajadores de los barcos trasatlánticos de dos compañías alemanas, quien los entregaban a los agentes del Abwehr.

Operación en marcha

Las informaciones del círculo Lonkowski-Griebl no tuvieron prioridad en el servicio de inteligencia alemán hasta 1935. A finales de 1934 entró en servicio en la oficina del Abwehr de Wilhelmshaven, el puerto militar más importante de Alemania, un hombre con el nombre en clave de Herr Doktor o Dr. Erdhoff.

Este nombre había aparecido varias veces ya en los informes que el FBI realizaba sobre casos de espías alemanes descubiertos en Estados Unidos, pero nunca le pusieron cara.

El 2 de Enero de 1935 Herr Doktor recibió una llamada de teléfono desde Hamburgo, donde llegaban los documentos robados que se enviaban desde Estados Unidos. Se le preguntaba si querría reunirse con unos “amigos” que le habían traído un “regalo” desde América.

Se trataba de un camarero del trasatlántico Bremen y un maquinista del Europe. El maquinista, muy verde en esto del espionaje, había traído únicamente unas revistas National Geographic, pero el camarero traía algo gordo, el primer envío del círculo Griebl-Lonkowski.

En el paquete había un manual clasificado de la Marina americana sobre la construcción de buques de guerra. También se enviaba información personal sobre Frederick T. Birchall, un molesto reportero que estaba en Berlín publicando todo tipo de reportajes sobre las barbaridades nazis.

Se incluía además una muestra de Teluro, un metal que se utilizaba para evitar la corrosión en los barcos de guerra. Y como guinda al pastel, había unas fotos de los planos de un avión experimental.

El 5 de enero de 1935 el camarero del Bremen partía de vuelta hacia América con instrucciones claras e indicaciones de protocolos de seguridad para Griebl y Lonkowski. El 12 de enero, el agente “Sexo” se encontraba en la cervecería Hofbrauhaus de la calle 36 de Nueva York para su Treff o encuentro con su enlace.

Se daba comienzo a la segunda fase de la Operación Sexo.

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