Gestapo Müller

Uno de los puestos clave en cualquier dictadura es la jefatura de la policía secreta. Estos cargos normalmente está ocupados por personajes de segundo nivel dentro del escalafón de mando de un régimen autoritario, pero sin duda son la pieza clave para su mantenimiento en el poder.

Heinrich Müller es ese personaje oscuro y no muy conocido del Tercer Reich, que como jefe de Operaciones de la Gestapo, la policía secreta de la Alemania nazi y luego como jefe de esa policía, será una de las piedras angulares del régimen de Adolf Hitler.

En este vídeo nos acercaremos un poco mejor a la figura de uno de los mayores responsables de las atrocidades cometidas por Alemania entre 1933 y 1945.

Quién es Heinrich Müller

Heinrich Müller nació el 28 de Abril de 1900 en Munich. Hijo de padres católicos pobres, tuvo una infancia más o menos normal en esos primero años del siglo XX. El padre era policía rural, lo cual le permitió vivir sin pasar hambre, pero desde luego no disfrutó de ningún lujo.

Como hijo de un trabajador de clase media-baja, atendió a una escuela pública local. Ya de adolescente entró de aprendiz en un taller mecánico, con el objetivo de que ese fuera su profesión en el futuro. Y poco más se sabe de sus primeros años.

Durante la guerra mundial, a pesar de su temprana edad, trabajará como mecánico de aviación. En los últimos meses de la guerra será incluso reclutado por la fuerza aérea alemana en la que servirá como observador de artillería tanto en globo como en rudimentarios aviones.

Según su hoja de servicio fue un buen soldado, por lo que recibió una Cruz de Hierro al valor y una Cruz de Baviera al servicio distinguido. Su carrera militar, al igual que la de millones de alemanes, terminó en 1918, cuando fue licenciado con honores.

A pesar de ello, Müller no dejó las armas. En los siguientes meses se unió a las Freikorps, las fuerzas paramilitares que surgieron en la convulsa Alemania de finales de 1918 y 1919. Como miembro de esas Freikorps participó en el derrocamiento de la República Soviética de Baviera, fundada en Munich en Abril de 1919.

Müller policía

Una vez firmada la paz de Versailles, Müller cambió de profesión. Siguiendo los pasos de su padre, se enroló en la policía de Baviera, donde pronto ascendió a un cargo de importancia en la policía política de Munich.

Sería su trabajo como policía el que le llevaría a conocer al Partido nazi de Adolf Hitler.

El 8 de Noviembre de 1923 el pequeño partido nazi de aquel momento trató de dar un golpe de Estado en Munich. En lo que se conocería como el Putsch de la cervecería, debido a su inicio en un mitin en la cervecería Bürgerbräukeller, el partido nazi trató de tomar el control del Estado Federal de Baviera, fracasando estrepitosamente.

Müller fue uno de los responsables de investigar a los culpables del golpe y como tal, tuvo en sus manos el destino de Hitler y de sus colaboradores.

En esos años, la visión política de Müller no estaba con los nazis. Él era miembro del BVP (Bayerische Volkspartei), un partido conservador y promonarquía que perseguía la independencia de Baviera. Este era un partido pequeño en el Reichstag, pero tenía el poder en Baviera.

Lo que si tenían en común Müller y los nazis era su feroz oposición al comunismo. Durante los siguientes años, Müller se interesó por los métodos desarrollados por la OGPU y luego NKVD, las policías secretas soviéticas, introduciendo esos métodos en la policía política de Munich. Müller los utilizaría para controlar y destruir en la medida de lo posible a los grupos comunistas de Baviera.

Nuevos jefes

El partido nazi se hizo con el poder en Alemania en los primeros meses de 1933. Aunque su llegada al poder fue fulgurante, también es cierto que se encontraron con multitud de obstáculos en el camino y uno sería el propio Müller.

Durante la toma del poder de los nazis en febrero-marzo de 1933, estos trataron de hacerse con el poder en Baviera derrocando al ministro-presidente del BVP. Müller llegó a proponer la utilización de la fuerza militar para oponerse a los nazis y evitar que controlaran la región.

La propuesta de Müller fue rechazada, por lo que decidió dimitir de su cargo. Aunque Müller sintió esta renuncia como una derrota, al final le evitó ser depuesto por los que serían sus nuevos jefes, ya que el Partido Nazi logró su propósito de derrocar al Ministro-Presidente de Baviera y hacerse con el control de la región.

Tras su renuncia y la toma del poder de los nazis, Müller se encontraba en una posición precaria. Corría el riesgo de ser inscrito en una lista negra como opositor al régimen por su actuación en 1923 y luego en 1933.

Pero la salvación le llegaría del lugar más inesperado. Müller había despertado la atención de Reinhard Heydrich. Entre 1933 y 1934 las SS y el SD en particular, el servicio de inteligencia de las SS, comenzaron a hacerse cargo de los diferentes servicios policiales del país, convirtiéndolos en un arma más del partido nazi.

El primer lugar que deseaban controlar era Baviera. Allí, Heydrich se dio cuenta del valioso trabajo que había realizado Müller y de la incorporación de tácticas soviéticas de policía secreta. El jefe del SD decidió tomar bajo su protección personal a Müller. Desde ese momento, su carrera quedaría ligada a la Gestapo.

La Gestapo se fundó en 1933 como policía política de Prusia, bajo el control de Hermann Göring. No sería hasta Abril de 1934 cuando se trasferiría su control a las SS, siendo Heydrich su primer jefe. Esta policía pasó de ser una policía más, con agentes y rangos policiales, a ser una policía especial, donde sólo personal especialmente cualificado serviría.

Müller formó parte de la organización desde este momento y no tardó demasiado en ascender hasta la cumbre. En 1936 se le nombró jefe de operaciones, en la práctica, el número dos de Heydrich.

A pesar de que se trataba de un diligente miembro de la Gestapo, lo cual debería ser un indicador claro de su ideario político, Müller siempre fue un enigma en este aspecto. Decidió enrolarse en las SS en 1934, pero no se afilió al partido nazi, algo que podría haber alimentado las sospechas sobre su lealtad. Un informe hecho sobre él a mediados de los 30 dudaba del compromiso de Müller con el partido. A pesar de esto, nunca dejaría de ascender en la jerarquía de las SS.

El caso Blomberg-Fitch

Müller no era un nazi convencido, pero si era un gran trabajador, siempre diligente con sus tareas. Él fue uno de los responsables de encargarse de la depuración de la cúpula del ejército, controlada por antiguos oficiales prusianos que poco tenían que ver con los nazis más allá de su mutua oposición al comunismo.

Los objetivos de la purga eran dos: Werner von Blomberg – Ministro de guerra y Werner von Fritsch – Comandante en jefe de las fuerzas armadas.

A principios de 1938 se descubrió que la nueva mujer de Werner von Blomberg, Luise Margarethe Gruhn, había posado desnuda para fotografías pornográficas años atrás y se sospechaba que había trabajado incluso como prostituta.

Cuando se hizo pública esta información, Hitler la utilizó para forzar al ministro a renunciar a su cargo. Una vez eliminado al ministro de guerra, era hora de ocuparse del jefe de las fuerzas armadas.

Müller se dedicó cuerpo y alma a buscar cualquier tipo de información comprometedora sobre el oficial prusiano. Y sus diligencias tuvieron éxito. Según la información recabada, Fritsch podría ser homosexual, algo que le condenaba en la nueva sociedad nacionalsocialista.

La información resultó ser falsa, pero a pesar de ello, la Gestapo la utilizó para forzarle a renunciar al cargo. En 1938, tras años de ostracismo, Fritsch fue declarado inocente y se le rehabilitó, pero el daño ya había sido hecho.

Después de descabezar a la cúpula del ejército, se nombró Wilhelm Keitel como jefe de las fuerzas armadas, un personaje servil mucho más cercano a Hitler y a los ideales nazis.

A la Guerra

Heinrich Müller fue un personaje clave en el inicio de la guerra mundial. En el verano de 1939 los nazis tenían el convencimiento de que una invasión de Polonia no tendría por qué provocar una guerra con occidente.

Si se podía justificar suficientemente la invasión, quizás se podría evitar un enfrentamiento armado. Con esta idea en mente, se orquestó una no muy elaborada operación de falsa bandera, la Operación Himmler, con tal de justificar la ocupación del país vecino.

Utilizando los cuerpos de varios prisioneros del campo de concentración de Dachau, se simularía que se trataban de soldados polacos abatidos en un enfrentamiento durante un supuesto ataque sorpresa.

La acción se organizó en la estación de radio de Gleiwitz, donde los cadáveres de los prisioneros, previamente disfrazados con uniformes polacos, fueron abandonados en la noche del 31 de Agosto de 1939. Esta burda artimaña sería el detonante de la Segunda Guerra Mundial al día siguiente.

Esta operación llegó en el momento justo para Müller. Con la expansión de Alemania, se decidió crear la Oficina Principal de Seguridad de Reich. Esta nueva oficina sería la cabeza de todas las policías de Alemania y de los nuevos territorios ocupados.

Himmler nombró a Heydrich como jefe de esta nueva oficina, dejando así vacante el cargo de jefe de la Gestapo. Müller obtuvo su recompensa por su trabajo con un ascenso a ese puesto.

Al mismo tiempo que lograba su ascenso, finalmente Müller decidió ingresar en el Partido Nazi, algo a lo que se había resistido desde 1934.

Desde este momento, Müller se convertía en el número tres de las SS, solo por detrás de Himmler y Heydrich.

Orquesta roja

Uno de los episodios más significativos de esos años fue el descubrimiento y la detención del grupo de oposición llamado pomposamente por la propia Gestapo “Orquesta Roja”.

La Orquesta Roja, un grupo bienintencionado de personas repartidas por toda Alemania, apenas significó una amenaza real para los nazis. Sus actividades apenas se centraban en repartir propaganda contra el régimen, pero poco más.

Su mayor acción la realizaron al pasar información sobre la invasión de la Unión Soviética a la embajada de este país en Berlín y al contactar con un espía soviético, pero la información era de tan bajo nivel que los servicios de seguridad soviéticos no le dieron demasiada importancia.

EL grupo fue descubierto en 1941 y puesto bajo vigilancia por Müller inmediatamente. En el otoño de 1942 se llevaron a cabo más de 100 arrestos y la supuesta organización fue completamente desmantelada.

Los judíos

Heinrich Müller tendría un papel fundamental en la persecución y asesinato de los judíos de Europa. Como número dos de Heydrich primero y como jefe de la Gestapo después, Müller fue clave en lo que Alemania llevó a cabo en el este de Europa.

En otoño de 1938 se creó la Oficina para la migración de judíos en Viena. Bajo el mandato de Adolf Eichmann, se llevó a cabo una política similar a la llevada en Alemania, forzando a los judíos a emigrar fuera de Europa.

Hasta ese momento, el objetivo de los nazis era forzar la emigración de los judíos de la Europa Occidental, algo que lograrían en gran medida.

Pero la situación cambió en 1939 con la invasión de Polonia. Allí vivían millones de judíos a los cuales no se les podía hacer emigrar. En un primer momento, Müller fue clave en la creación de los Guettos para realojar a decenas de miles de personas como medida provisional hasta lograr otra solución.

Müller y Eichmann colaborarían en los años siguientes en la eliminación de millones de judíos del este de Europa. El plan preferido era forzar la emigración, pero con la guerra no era posible. Se llegó incluso a barajar en 1940 la opción de deportarlos a Madagascar.

Ante la imposibilidad de llevar a cabo este plan, se decidió la eliminación física de todos ellos. Müller sería uno de los primeros en ser informados de este cambio de política. Como jefe de la Gestapo y como número tres dentro de las SS, estaba informado de las actividades de los Einsatzgruppen, los escuadrones de la muerte enviados para la limpieza étnica en los territorios de la Unión Soviética.

Müller fue también uno de los asistentes a la conferencia de Wansee junto con Heydrich, Eichmann y otros.

Él también sería el encargado de ir a Italia en 1943 para forzar a Italia a enviar a sus judíos a los campos de exterminio. El régimen fascista no era antisemita, sino que incluso había acogido con los brazos abiertos a los judíos en su seno como una muestra de que lo que importaba era la nacionalidad italiana, no la raza o el credo religioso.

Pero la invasión de Sicilia por los aliados y la inminente caída del régimen le dejaron en posición de desventaja, debiendo ceder a los requerimientos nazis.

Caso Heydrich

En 1941 Reinhard Heydrich había sido nombrado gobernador de Bohemia y Moravia, la actual República Checa donde disfrutaba de plenos poderes.

Heydrich era una persona extremadamente arrogante. Su creencia en la ideología nazi unida a esta arrogancia le causaría la muerte unos meses después. De manera muy temeraria, recorría las calles de Praga en un descapotable sin blindar y además no portaba ningún tipo de escolta. Esto lo convirtió en un objetivo perfecto para la resistencia checoslovaca.

En 1942 Müller se desplazó a Checoslovaquia para investigar el asesinato de Heydrich el 27 de Mayo de ese año. En la llamada Operación Anthopoid, Heydrich fue asesinado a balazos en plena calle cuando se dirigía en su coche hacia su oficina en el centro de la ciudad.

La investigación de Müller fue muy exitosa y no solo se limitó a castigar a los culpables, sino que se dedicó a represaliar a todo el país. Se calcula que fruto de la represión que siguió a este asesinato, más de 5.000 checoslovacos fueron ejecutados y más de 13.000 encarcelados.

La muerte de Heydrich convertiría a Müller en el número 2 de las SS.

Apagafuegos

Conforme la guerra iba acercándose a su final, el trabajo de Müller aumentó. El jefe de la Gestapo debía comenzar a ocuparse de las conspiraciones y las traiciones que se producían dentro del propio régimen, ya que muchos líderes nazis comenzaban a intentar salvar su pellejo.

El caso más conocido tuvo lugar el 20 de julio de 1944 con el nombre de Operación Valkiria. Müller y la Gestapo fallaron a la hora de detectar este intento de golpe de Estado que casi le cuesta la vida a Hitler.

Para cubrir su error, Müller se esmeró en la represión que siguió al golpe. En las semanas siguientes se detuvieron a más de 5.000 personas por este caso, aunque solamente tuvieran una remota conexión con los conspiradores. Más de 200 personas serían ejecutadas en relación al atentado.

El final de Müller

Este es uno de los mayores misterios del Tercer Reich. Desconocemos el paradero final de Müller, por lo que las teorías de conspiración cuentan diferentes historias.

La más fiable, sin embargo es la que sitúa a Müller en el bunker de la Cancillería el 30 de Abril de 1945, el día que Hitler se suicidó y también al día siguiente, cuando Goebbels tomó el mismo camino.

A partir de este momento, el destino de Müller es incierto. Existen noticias de que fue visto por última vez en la tarde del primero de Mayo. Lo que seguro es cierto es que Müller no tenía la más mínima intención de dejarse atrapar.

Aunque existen teorías que sitúan a Müller en Argentina o incluso en Moscú en los años siguientes, pero las pruebas más fiables que tenemos de su destino nos indican que Müller murió en las horas siguientes a su huida del bunker de la Cancillería.

Según testigos de la época, tanto alemanes como investigadores norteamericanos, el cuerpo de Müller fue enterrado en el cementerio judío de la Grosse Hamburguer Strasse de Berlín, utilizado a modo de fosa común tras la batalla de Berlín.

Heinrich Müller sería uno de los muchos altos cargos nazis que no pagarían por sus actos.

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