Los generales noveles estudian táctica, mientras que los grandes mariscales estudian logística. La operación para tomar Berlín no iba a depender de qué bando luchaba mejor ni de qué ejército disponía de las mejores armas o tanques.
Tomar Berlín, la capital de Adolf Hitler, iba a requerir de una planificación logística inmensa. Sólo si se disponían de los suficientes hombres, tanques y cañones, la capital nazi podría finalmente caer en manos aliadas.
Ésta no es una historia de valentía, actos heroicos o de entrega por la patria. Ésta es una historia de cómo una potencia es capaz de organizar todos sus recursos para aplastar a otra.
Preparar el gran final
Preparar una gran batalla como la de Berlín suponía un trabajo de organización gigantesco. Para algo así es necesario movilizar a millones de hombres y de abastecerlos con todo lo necesario: comida, equipo, munición o alcohol. Si, las raciones de un soldado, desde que existen los ejércitos, siempre ha incluido una ración de alcohol.
Los generales que están en el frente llevan a cabo las órdenes más directas: tomar una colina, defender un puente, avanzar hacia una ciudad, etc. Pero los mandos que están sobre estos generales, los cuales a veces nunca pisan el campo de batalla, son los grandes directores de las guerras.
Este episodio de la Batalla de Berlín os lo voy a contar desde la perspectiva de uno de esos grandes directores: Sergei Shtemenko.
Shtemenko nació en 1907 en la ciudad rusa de Uryapinsk, cerca de la frontera actual entre Rusia y Ucrania. De orígenes campesinos, Shtemenko se alistó en el Ejército Rojo en 1926, donde fue entrenado y formó parte del cuerpo de artillería en un primer momento.


En 1937 continuó sus estudios militares en la academia de mecanización y motorización, siendo nombrado comandante de un batallón de carros blindados tras su graduación.
Sus aptitudes militares y su militancia política –se había afiliado al Partido Comunista en 1930- Le permitieron entrar en 1938 en la Academia Frunze o Academia de Estado Mayor de la Unión Soviética, donde se formarían los grandes líderes militares del país.
Después de licenciarse en la academia en 1940, sirvió en varios puestos relacionados directamente con la planificación de operaciones. Esta experiencia fue recompensada en 1943, cuando se le ascendió a Jefe del Directorio de Operaciones, bajo las órdenes del Mariscal Vasilevsky.
Desde este momento y hasta 1945, Shtemenko sería el encargado de organizar todas las grandes operaciones militares de la Unión Soviética.
La STAVKA
Si miramos casi cualquier documental de la Segunda Guerra Mundial, parecerá que eran los grandes líderes, y únicamente ellos, los que ideaban las grandes ofensivas, los contraataques y que en definitiva, ellos solos se bastaban para dirigir la guerra.
Esto no era así. Aunque Hitler, Eisenhower o Stalin tenían la última palabra a la hora de emprender grandes operaciones militares, el diseño, la planificación y la ejecución de esas operaciones la ponían en marcha sus subordinados.
En la URSS, la dirección militar de la guerra era responsabilidad de la STAVKA o cartel general de las fuerzas armadas de la Unión Soviética.
Este organismo estaba compuesto dirigido por el propio Stalin, quien tenía la última palabra. El otro político miembro de la STAVKA era Molotov, el Ministro de Exteriores, quien estaba incluido para conocer cuáles eran los avances de la guerra y los futuros movimientos de tropas.
Los máximos responsables militares de la Stavka eran el Ministro de Defensa, el Mariscal Semyon Timoshenko y el Comisario para la Defensa del Estado, Kliment Voroshilov.


Completaban la organización los encargados de los diferentes cuerpos del ejército. El Almirante Nikolai Kutnesov era el comandante supremo de las fuerzas navales, Georgy Zhukov era el Comandante supremo del Ejército Rojo, Semyon Budionni era el jefe de la Caballería Roja mientras que el Mariscal Alexander Vashilevsky era el Jefe de Operaciones.
En general, estos serían los hombres encargados de tomar las decisiones necesarias para tomar finalmente Berlín y acabar la guerra en Europa con una victoria para la Unión Soviética.
El punto de partida
La nochevieja de 1944 Shtemenko asistió a una fiesta privada en la dacha de Stalin. Allí se congregaron los generales más importantes de la Unión Soviética, además de varios miembros del Politburó.
Como invitado de excepción, añadiendo un poco de exotismo a la velada, se encontraba Palmiro Togliatti, Jefe del Partido Comunista italiano, acompañado por su esposa, la única mujer que se sentaría a la mesa.
La Unión Soviética iba a entrar en su quinto año de guerra y por primera vez, Stalin había decidido celebrar la entrada en el año nuevo. La victoria en la guerra era segura ya en este momento, pero Stalin y sus generales sabían que Alemania todavía era peligrosa.
Aunque el ejército rojo disponía de más hombres, tanques y aviones que los alemanes y que en este momento estaban mejor entrenados y preparados que las fuerzas nazis, también sabían que llegar a Berlín no iba a ser una marcha triunfal.
El 1 de Enero de 1945 el ejército rojo se encontraba en las fronteras de Alemania. Había liberado gran parte de Polonia, incluyendo su capital. Más al sur, las fuerzas rusas habían entrado ya en Hungría, el aliado más fuel de la Alemania de Hitler.


Aunque habría sido posible reunir a una gran fuerza de carros de combate, aviación e infantería mecanizada para abrir las defesas alemanas y entrar directamente en el corazón del Reich, la Stavka juzgó este plan demasiado arriesgado, ya que Alemania todavía contaba con fuerzas suficientes como para poder llegar a repeler este ataque.
Tomar Berlín debía suponer el gran colofón a la Gran Guerra Patriótica, por lo que su conquista debería ser segura y aplastante.
Para ello se diseñó un plan maestro. Primero, las fuerzas rusas atacarían al norte y al sur de Berlín. En el norte, se rodearía Prusia Oriental y s destruirían las fuerzas allí destacadas.
Por el sur, el ejército rojo atacaría en dirección a Budapest y luego hacia Viena. Desde allí, podría girar hacia el norte para envolver al resto de las fuerzas alemanas.
Este ataque en dos frentes obligaría a los alemanes a desplazar fuerzas hacia allí, por lo que forzosamente debilitarían el frente que defendía Berlín.
Preparando el terreno
Sabiendo ya cuál sería su plan de acción a grandes rasgos, el Estado Mayor General de la Unión Soviética se puso a preparar las operaciones tanto en Prusia Oriental como en el la zona de Budapest y Viena.
El flanco norte era especialmente sensible para los alemanes, ya que Prusia Oriental no sólo era territorio nacional alemán, sino que era el territorio originario de Prusia y por tanto de la nación alemana.
En su capital, Königsberg, la actual Kaliningrado, se coronaban a los reyes prusianos, por lo que el mando soviético sabía que a este sector podrían atraer a una gran cantidad de fuerzas de la Wehrmacht y retirarlas así del frente de Berlín.
La jugada salió como se esperaba. Según los datos que manejaban en Moscú, las operaciones realizadas en octubre y noviembre habían conseguid concentrar a 26 divisiones alemanas, incluyendo 7 divisiones panzer en Prusia Oriental y hasta 55 divisiones, 9 de ellas de tanques, en Hungría.


Según se supo más tarde, el propio Hitler pensaba que en 1945 la ofensiva principal soviética no se realizaría directamente contra Berlín, sino que las fuerzas del ejército rojo atacarían desde Hungría hacia Viena, con la intención de girar hacia el norte desde allí, entrando en el corazón de Alemania desde el sur.
Estas decisiones estratégicas dejaron solamente a 49 divisiones en el frente de Berlín, de las cuales sólo 5 eran divisiones acorazadas. El alto mando soviético había logrado dispersar las fuerzas nazis según sus intenciones.
Primero Prusia Oriental, luego Berlín
A pesar de que a primeros de enero de 1945 las puertas de Berlín parecían abiertas para el ejército rojo, Stalin no deseaba tener ningún susto en las postrimerías de la guerra.
Si atacaban directamente contra Berlín, dejarían su flanco norte expuesto. Desde Prusia Oriental, las fuerzas nazis podrían amenazar a las tropas que atacaban en dirección a la capital, pudiendo provocar un gran desastre que permitiese a los aliados occidentales adelantarse y llegar antes a Berlín que ellos.
Por ese motivo, se decidió contemplar la operación sobre Berlín como un ataque en dos frentes. Por un lado, se debería destruir o al menos, contener a las fuerzas en Prusia Oriental, mientras las fuerzas principales rompían el frente y se dirigían hacia Berlín.
Con este fin, el 3º frente bielorruso atacaría desde el este en dirección a Königsberg, mientras que el 2º frente bielorruso envolvería la provincia desde el sur, provocando el embolsamiento de las fuerzas allí destacadas.
Al sur de estas acciones, el 1º frente bielorruso, armado con las mejores fuerzas y disponiendo de la mayor cantidad de tanques de todo el frente, atacaría en dirección a Berlín.
Además, este avance sería cubierto por el sur por el 1º frente ucraniano, por lo que los alemanes no tendrían opciones de intentar salvar su capital por ninguno de los flancos del frente.


Tomada la decisión, durante las últimas semanas de 1944, el cuartel general de Moscú fue llamando uno por uno a los mariscales y generales que dirigirían las tropas para comunicarles las ordenes y el plan maestro y para discutir los posibles inconvenientes al plan.
El 16 de noviembre, Stalin decidió que sería el mariscal Georgi Zhukov quien mandaría el 1º frente bielorruso y por tanto, sería el encargado de tomar Berlín.
De Prusia Oriental se encargarían los mariscales Rokossovski, al mando del 2º frente bielorruso y el mariscal Vasilevsky, al mando del 3º frente bielorruso. Completaría el ataque sobre la capital de Hitler el mariscal Konev, quien mandaría el 1º frente ucraniano.
Se fijó el 20 de enero de 1945 como fecha del inicio de la ofensiva, fecha que se tuvo que adelantar ante los problemas de los occidentales en Bélgica.
De manera desesperada, el ejército alemán había lanzado una ofensiva en el bosque de las Ardenas, con la intención de empujar a británicos y estadounidenses de nuevo al mar. Los occidentales, superados por la situación, pidieron ayuda a las fuerzas soviéticas, por lo que la ofensiva sobre Berlín se adelantó al día 12 de enero. Comenzaba así la última batalla de la Alemania nazi.





