Asaltar Berlín, la capital de Hitler, no iba a ser tarea fácil. Stalin sabía que tenía todos los recursos necesarios como para doblegar finalmente la voluntad de los alemanes, pero también sabía perfectamente que un animal herido es extremadamente peligroso.
Para no llevarse ninguna sorpresa indeseada, el asalto a Berlín debía planearse concienzudamente. Y el primer paso, era lograr una posición lo suficientemente cercana a la ciudad para agrupar a sus tropas y reabastecerlas antes del asalto final.
Esta tarea ocupará a las fuerzas soviéticas entre el 12 de Enero y el 16 de Abril de 1945. Asegurarse la victoria en Berlín bien valía tres meses de preparativos y ofensivas previas.
Un avance fulgurante
Las fuerzas alemanas destinadas en el frente oriental no estaban preparadas para lo que se les venía encima. De manera imprudente, Hitler había destinado todos los refuerzos que le quedaban a Alemania al frente occidental para llevar a cabo la ofensiva de las Ardenas.
Esto dejó desprotegido el frente este, permitiendo así un avance rápido de las fuerzas soviéticas. Además, la burocracia militar alemana impedía dar una respuesta ágil y flexible a las amenazas a las que se enfrentaban.
En las últimas semanas de enero, los ejércitos soviéticos llegaban a avanzar hasta 70 kilómetros al día, lo cual habría dejado la oportunidad de realizar contraataques y crear caos en el avance, pero los alemanes no saben ser espontáneos.
Todos los días, las unidades del frente debían enviar un informe de situación a sus superiores. En el cuartel general de la unidad se realizaba un resumen de situación, que acabaría a la mañana siguiente en la reunión estratégica presidida por Hitler.


Después de varias horas de discusiones y debates, el cuartel general de Hitler emitía nuevas órdenes a las unidades de combate. Pero ya era demasiado tarde, porque los soviéticos siempre habían sobrepasado ya sus posiciones.
Este caos también se percibía en el bando soviético. Las unidades motorizadas y mecanizadas avanzaban tan deprisa que dejaban grandes bolsas de soldados enemigos en la retaguardia.
El NKVD, encargado de limpiar el terreno después del avance del ejército rojo, se quejaba de que en ocasiones debían hacer frente a grupos importantes de soldados enemigos, en ocasiones, a varios cientos de ellos. A pesar de este aparente caos, el avance no se detuvo.
Avance hacia Alemania
El avance durante el mes de enero fue tan rápido, que en ocasiones los cuarteles generales de los frentes soviéticos eran incapaces de saber dónde se encontraban sus tropas. El primer frente bielorruso del Mariscal Zhukov no tuvo demasiados problemas en avanzar desde sus posiciones iniciales y llegar hasta la región de Silesia y cercando sus poblaciones más importantes en pocos días.
El general más destacado fue el general Vasily Chuikov. Este condecorado general, héroe de Stalingrado, estaba al mando del 8º ejército de la guardia. Al mando de sus tropas, que incluían tanto carros blindados como infantería, logró liberar la ciudad polaca de Lodz el 18 de enero, cinco días antes de lo previsto.


Esto le abría las puertas de Silesia, una de las regiones más ricas de Alemania. Un poco más al sur, las fuerzas del Mariscal Konev, al mano del 1º frente ucraniano, lograron liberar Cracovia sin demasiado esfuerzo. La que fuera capital nazi de la Polonia ocupada, había caído en manos soviéticas.
Además, unos días después, las tropas del ejército rojo se toparían con el gran complejo de Auschwitz. Miles de prisioneros famélicos, que no habían sido evacuados por los nazis, dieron la bienvenida a sus libertadores. Éste sería sólo uno de los muchos campos que los ejércitos aliados se encontrarían durante su avance por la Europa de Hitler.
Prusia Oriental cercada
El avance de las tropas del ejército rojo también fue sencillo por el frente norte. El plan soviético en esta zona era cercar a las fuerzas alemanas destacadas en la provincia y destruirlas después poco a poco, evitando así que pudiesen acometer ningún ataque sobre la retaguardia del frente principal soviético.
Para finales de enero, los ejércitos soviéticos habían llegado al estuario del Vístula, separando así Prusia Oriental del resto del Reich, aunque todavía se mantenía la comunicación marítima. Prusia Oriental era el origen del Reino de Prusia. Después de exterminar a las tribus prusas en el siglo XIII, de quien toma el nombre la región, lo germanos se establecieron en este lugar, que les pertenecería hasta 1945.


Esta región tan simbólica para el Reich alemán no podía abandonarse fácilmente, por lo que se organizó un plan expulsar a los soviéticos de la zona. El 29 de enero fuerzas alemanas lanzaron un contraataque contra el flanco izquierdo soviético, con la intención de romper el cerco establecido por el ejército rojo.
El ataque tuvo éxito en un primer momento y llegó a parecer que los alemanes podían tomar la iniciativa en pequeñas operaciones como esta. Sin embargo, tras tres días de duros combates sobre la nieve, las fuerzas soviéticas lograron sobreponerse y rechazaron el ataque.
Prusia Oriental quedaba así condenada. Sólo sería cuestión de tiempo que las fuerzas del ejército rojo acabasen con la resistencia de los defensores alemanes.
El penúltimo gran golpe
El desmoronamiento del frente oriental se hacía cada vez más patente día tras día. A pesar de ello, los líderes nazis mantenían una cierta ilusión de que la situación se podía salvar. Al fin y al cabo, el territorio nacional alemán estaba más o menos todavía bajo su control y por tanto podían contar con la producción de las fábricas allí situadas y de los millones de esclavos que trabajaban para ellos.
Esta percepción sin embargo cambió en enero de 1945. Durante la tercera semana de enero, las tropas del primer frente ucraniano del Mariscal Konev penetraron rápidamente en Silesia tras capturar Cracovia unos días antes. Y el avance no se produjo con tibieza. El objetivo era arrasar a los alemanes de la zona rápidamente con el fin de hacerse con las fábricas y sobre todo, con las minas de oro de Silesia en el mejor estado posible.
Para este fin, los ejércitos 21º, 59º y 60º batieron rápidamente la región, expulsando a los alemanes, que retrocedieron a posiciones más seguras. Por su parte, el 3º ejército blindado, que se dirigía hacia Breslau, la capital de la región, giró bruscamente hacia el norte en dirección hacia el río Oder.


Pero el mayor avance se produjo en el centro de la formación de Konev. De manera fulgurante, el 5º ejército de guardias y el 4º ejército blindado lograron establecer cabezas de puente en la orilla occidental del río Oder, la última gran barrera antes de llegar a Berlín.
Tras la toma de Silesia, a falta de ciertos enclaves fortificados como la ciudad de Breslau, que se había convertido en una Festung o fortaleza, la esperanza de resistir de Alemania se desvaneció.
El propio Albert Speer, encargado de la producción de guerra, que se había mostrado más o menos optimista unas semanas antes, tuvo que reconocer que tras la toma de Silesia por los soviéticos, Alemania no podría resistir más que unas pocas semanas más, y eso con suerte.
El ejército rojo ad portas
Al igual que ocurría al norte en Prusia Oriental y en el sur en Silesia, las fuerzas del Mariscal Zhukov avanzaban a la carrera en dirección directa hacia Berlín.
El mejor general de Stalin había dado órdenes a sus tropas de que avanzaran lo máximo posible. Las unidades de blindados tenían órdenes de ir a la carrera, avanzando entre 70 y 100 kilómetros al día, evitando las grandes bolsas de resistencia alemana, de las cuales se encargaría la infantería.
A pesar de la veteranía de Zhukov, parecía que estaba a punto de cometer una gran temeridad, ya que con un avance tan rápido dejó un gran hueco de 150 kilómetros con respecto a las tropas del Mariscal Vassilevsky, más al norte.
Afortunadamente Stalin puso algo de sensatez en las operaciones. El 25 de enero llamó personalmente a Zhukov y le ordenó detenerse en el río Oder, para así dar tiempo a las fuerzas que se ocupaban del frente de Prusia Oriental a cubrir el flanco de las tropas de Zhukov.
(flanco derecho ejércitos de choque 3º, 47º y 61º y el 1º polaco, centro 2º blindado de la guardia y 5º de choque, izquierda 1º blindado de guardias y 8º de guardias).
El avance solamente encontró un punto de cierta resistencia. La ciudad de Poznan, en el flanco izquierdo de Zhukov, era una población de cierta importancia.
El 8º ejército de guardias del general Chuikov se detuvo para tomar la ciudad. Parecía una tarea fácil, pero la inteligencia soviética no había advertido que Poznan en realidad era una de las mejores fortalezas que habían creado los nazis, por lo que la toma de la plaza no fue ni mucho menos un paseo como se pensaba el general Chuikov.
A pesar de este pequeño contratiempo, para finales de enero todas las fuerzas soviéticas habían logrado sus objetivos o estaban cerca de conseguirlos. El 31 de enero un grupo de soldados de la 89º división de fusileros tomó por sorpresa la pequeña población de Kienitz, en el lado occidental del río Oder.


Allí pillaron desprevenidos a los defensores alemanes. Los soldados paseaban tranquilamente por la población mientras que los oficiales se reunían en los restaurantes locales.
Incluso los trenes y comunicaciones seguían funcionando correctamente y el contacto con Berlín era fluido y sin contratiempos. Los rusos estaban ya a sólo 100 kilómetros de la Cancillería del Reich y de su bunker, donde Hitler se escondía desde hacía varias semanas.
El jefe de estación alemán de Kienitz le preguntó a un oficial soviético si tenía permiso para dejar salir al tren que debía partir en dirección a Berlín. El oficial respondió: “lamentablemente no. El servicio quedará interrumpido un breve periodo de tiempo”. Se estaba refiriendo “hasta que acabe la guerra”.





