Sin agua no es posible la vida. Y mucho menos la existencia de una ciudad como Constantinopla.
La capital del Imperio Romano de Oriente contaba con una posición estratégica excepcional, pero carecÃa de este recurso natural básico. Los sucesivos emperadores gastarán grandes cantidades de dinero en dotar a la ciudad de esta agua que tanto necesitaba con grandes obras de ingenierÃa distribuidas por toda la urbe.
Muchas de estas grandes obras públicas todavÃa siguen siendo visibles en el actual Estambul.
La situación de Constantinopla
El emperador Constantino eligió un lugar clave en el Mediterráneo Oriental para situar la nueva Roma. Aprovechando el antiguo asentamiento de la ciudad griega de Bizancio, decidió colocar la nueva capital en lugar donde Europa y Asia se encuentran.
Protegida por tres flancos por el mar, con un puerto natural excepcional y justo en el centro de las rutas de comercio entre el Mediterráneo y el Mar Negro y entre Europa y Asia, parecÃa un enclave idóneo para el futuro que le esperaba.
La única pega que tenÃa el lugar era la falta de agua natural en abundancia. Esto en realidad no era un problema grave. Los romanos eran expertos en desplazar grandes cantidades de agua para abastecer tanto regadÃos como a ciudades.
Sólo hacÃa falta un poco del tradicional ingenio romano para que el agua brotara por las calles de Constantinopla. En este vÃdeo recorreremos algunos de los lugares que todavÃa hoy son visibles en la ciudad de Estambul. Después de más de un milenio siguen en pie como el primer dÃa, ejemplo del saber hacer y de la maestrÃa de los ingenieros romanos.
El acueducto
1000 metros de largo, 20 metros de altura en su punto más elevado. El acueducto del emperador Valente, todavÃa visible hoy en Estambul, era el colofón a un sistema de canalizaciones de agua que alcanzaron casi los 1000 kilómetros.
El agua era vital para la nueva Roma, asà que no se escatimaron en gastos para ir a traerla desde donde fuera necesario. El acueducto se atribuye al emperador Valente, quien gobernó entre 364 y 378, pero seguramente las obras de canalización empezaran ya en tiempos de Constantino el Grande, a principios del siglo IV de nuestra era.
El agua que transportaba se distribuÃa por toda la ciudad, pero no se consumÃa directamente, sino que se almacenaba en grandes cisternas.


Cisterna de Filoxeno
Decenas de cisternas, grandes y pequeñas se podÃan y se pueden todavÃa encontrar por toda Constantinopla. Con capacidad para almacenar decenas de miles de metros cúbicos de agua, debÃan dar servicio a una ciudad de medio millón de habitantes.
El agua, como en cualquier ciudad del Imperio, era vital para la nueva Roma. Beber y cocinar eran las necesidades básicas, pero también era necesaria para la industria y para los baños, un elemento fundamental de toda buena ciudad imperial. La cisterna de Filoxeno o cisterna de las mil columnas es un ejemplo de esta arquitectura subterránea del agua.
Construida en el siglo IV, tiene una superficie de 3.600 metros cuadrados. Entre sus más de 200 columnas se podÃa almacenar alrededor de 40.000 metros cuadrados de agua. La cisterna de Filoxeno es una obra maravillosa que hoy en dÃa todavÃa es visitable en Estambul, pero no es ni mucho menos la más espectacular.


Cisterna de Teodosio
Esta cisterna, que porta el nombre del emperador Teodosio, es más reducida en tamaño que la anterior, pero es mucho más rica en decoración. A pesar de estar pensada para encontrarse bajo tierra, los capiteles de las columnas están bellamente labrados.
Sobre los capiteles corintios parten unas magnÃficas bóvedas de ladrillo que cubren toda la construcción, dando aspecto de catedral a esta cisterna. Hoy en dÃa la cisterna ofrece un espectáculo audiovisual en 360 grados que te transporta por la historia de la ciudad.
La experiencia es sin duda emocionante y es una muestra más de que con un buen trabajo, un edificio de más de 1.500 años puede tener una buena utilidad en el presente.


Cisterna BasÃlica
De todas las cisternas que hoy en dÃa todavÃa se pueden encontrar en Estambul, quizás la más espectacular es la cisterna BasÃlica. Con una capacidad para entre 80.000 y 100.000 metros cúbicos de agua, se trata de la cisterna más grande que proporcionaba agua a la capital del Imperio Romano de Oriente.
Esta obra monumental se levantó en época del emperador Justiniano, a mediados del siglo VI. Un bosque de 336 columnas sostiene el techo abovedado. Muchas de estas piezas provienen de antiguas construcciones de la ciudad.
Asà se puede apreciar la gran variedad de capiteles de diferentes tamaños y estilos y la presencia de alguna columna singular, como ésta de estilo ojo de gallina, que todavÃa se yergue orgullosa en medio de la cisterna. Y quizás las piezas más llamativas de la cisterna sean las dos grandes cabezas de medusa que sostienen sendas columnas.
En el siglo Vi Constantinopla era plenamente cristiana, pero el recuerdo de aquella criatura que podÃa convertir a los hombres en piedra seguÃa presente. Quizás por esta razón las situaron en lo más profundo de la cisterna y las colocaron boca abajo y de lado respectivamente, para que no pudieran volver a hacer daños a los hombres que las miraban.


Conclusión
El agua y la vida, dos elementos inseparables tanto en la antigüedad como hoy en dÃa. Paseando por Estambul podemos apreciar todavÃa el papel central que tenÃa este recurso en la antigua capital del Imperio Romano de Oriente.





