El siglo V de nuestra era verá caer a parte de la mayor potencia de la antigüedad, el Imperio Romano de Occidente.
Los siglos anteriores son considerados tradicionalmente como un periodo de crisis, en el que las fuerzas imperiales tuvieron que enfrentarse a numerosos enemigos, tanto internos como externos.
A pesar de esta visión catastrofista, en la que Roma pareciera que no tenía ninguna otra opción más que desaparecer, las últimas décadas del Imperio Romano de Occidente vieron algunas de las mayores victorias de su historia.
Esto fue gracias a un ejército que todavía podía cumplir con la misión, las más de las veces, de defender las fronteras imperiales.
Un ejército fragmentado
En la actualidad disponemos de una magnífica fuente que nos permite vislumbrar el poderío romano en sus últimas décadas del Imperio, la Notitia Dignitatum, un documento que incluye un listado de todos los cargos que existían en el imperio, así como de todos sus mandos militares y las unidades que estaban a su disposición.
Este magnífico documento, seguramente debería recoger el número máximo de efectivos posibles para la época, en ningún caso los efectivos reales, ya que rara vez las unidades contaban con todos los soldados posibles.
Lo que si que nos deja claro la Notitia Dignitatum, es la estructura extremadamente fragmentada y compartimentada de las fuerzas romanas de la época.
Para empezar, el ejército estaba dividido en dos mitades, dependientes de cada uno de los dos emperadores. Esto ya significaba, que cada parte del Imperio disponía de unas fuerzas determinadas dependiendo de sus capacidades económicas y humanas. La siguiente división de las tropas imperiales se basaba en la finalidad de las mismas. A grandes rasgos, existían dos tipos de tropas.
Por un lado encontraríamos las tropas limitanei o ripenses, es decir, tropas fronterizas, que recibían estos nombres por guardar fronteras terrestres o fluviales respectivamente y por otro lado, encontraríamos a las tropas comitatenses, agrupadas en ejércitos de maniobra.
Estas tropas estaban siempre al mando de un oficial militar, que según su finalidad, tendría un rango mayor o menor en el escalafón de poder de la época. En el rango más bajo encontraríamos al dux, que significa guiar o dirigir y del que procede nuestra palabra duque.
Estos oficiales tenían a su cargo unidades de tropas de frontera. Los duces tenían rango senatorial y para principios del siglo quinto, existían doce desplegados por las fronteras imperiales o en aquellos lugares sensibles que era necesario proteger especialmente.
Como protección por detrás de los ejércitos mandados por un dux se encontraban los comites o comes en singular, de donde viene la palabra actual conde.
Sabemos que existían seis de estos cargos desplegados en diferentes regiones de ambos imperios. Este número considerable de ejércitos sólo se encargarían de las fronteras. Además, Roma y Constantinopla disponían de los ejércitos comitatenses o de maniobra.
Estos ejércitos estaban al mando de un magister militum, un comandante supremo. De este tipo de ejércitos de maniobra encontraríamos dos en occidente y dos en oriente.


Aunque el tamaño de los ejércitos de ambos imperios era similar (esto lo trataremos más adelante), oriente disponía de más medios para defenderse y para armar a mejores tropas.
Esto se puede ver perfectamente por la existencia de dos ejércitos praesentialis en la parte oriental del Imperio, mientras que en occidente solamente existía uno. El término praesentialis significa que están destinados a ser mandados por el mismo emperador, o por alguien asignado por él mismo.
Estos ejércitos estaban acuartelados cerca de la capital y contaban quizás con las mejores tropas imperiales del momento.
La organización
Los Estados y las culturas evolucionan con el paso de los siglos y Roma no fue una excepción ni mucho menos. En el siglo V los soldados romanos se iban pareciendo cada vez menos a los que derrotaron al cartaginés Aníbal o a los que acompañaron a Julio César a la conquista de las Galias.
La primera gran diferencia con respecto a épocas pasadas era la propia organización en unidades del ejército del Imperio Romano tardío. En este periodo, las legiones siguen existiendo, pero no son ni mucho menos las grandes agrupaciones de infantería pesada de siglos anteriores.
Para el siglo V, las legiones están formadas por sólo 1000 soldados, frente a los más de 5000 de la época de César Augusto. La mayoría de tropas de esta época se agrupan en unidades de 500 hombres de infantería o de caballería.
Éstas reciben diferentes nombres. La infantería recibe el nombre de auxilia palatina en los ejércitos comitatenses o cohortes, auxilia, milites o numeri en los ejércitos limitanei.
Por su parte, la caballería, también agrupada en unidades de 500 efectivos como decíamos antes, reciben el nombre de vexillationes palatinae y vexillationes comitatenses en los ejércitos de maniobra, mientras que en los ejércitos de frontera se denominan cunei, alae o simplemente equites.


Como vemos, se trata de una organización bastante compleja y detallada, lo que confiere a las fuerzas armadas romanas una gran versatilidad.
La infantería
La gran cantidad de unidades permitía a los ejércitos imperiales especializarse para cada situación de combate. La mayoría de las fuerzas del Imperio estaban formadas por infantería pesada, al igual que en siglos anteriores.
Estos soldados de infantería estarían equipados con una cota de malla o de escamas y un casco que les protegería casi toda la cara. Además, portarían un gran escudo oval. Como armas ofensivas, cada soldado portaba una lanza, una espada larga y finalmente varias plumbatae, unos dardos con punta metálica.
Además de esta fuerza principal, los ejércitos romanos de este periodo contaban con una buena cantidad de unidades de arqueros, que normalmente desplegaban detrás de la infantería pesada.
Estos arqueros portaban arcos compuestos, unas armas muy potentes que permitían atravesar armaduras y causar grandes estragos en las líneas enemigas.


Algo muy desconocido por el gran público es el uso de la ballesta ya en esta época. Desde época helenística existen armas de torsión, para lanzas grandes proyectiles. Con el paso de los siglos estas se fueron creando armas de este tipo cada vez más pequeñas, hasta llegar a la arcobalista.
Ésta es un arma muy sencilla. Se trata básicamente de un arco al que se le ha añadido una pieza de madera de forma perpendicular. Esta arma sencilla permitía apuntar con mucha más precisión que con un arco, ya que no era necesario mantener los brazos tensionados mientras se apuntaba.


Y como herencia de épocas anteriores, los ejércitos romanos tardíos seguían utilizando la carrobalista, una balista de tamaño medio montada sobre un carro, lo que permitía moverla rápidamente por el campo de batalla a modo de artillería móvil.
La caballería
Quizás el rasgo más destacable de los últimos ejércitos imperiales es la gran presencia de caballería. Si hacemos caso a lo que nos dice la Notitia Dignitatum el 25% de las fuerzas de occidente y el 50% de las tropas de oriente son unidades de caballería.
La caballería romana de esta época dista mucho de la de épocas anteriores, cuando era de bastante mala calidad y cuando debía apoyarse sobre todo en caballerías auxiliares de otros pueblos, como la caballería ligera númida o las caballerías gala o germana.
En esta época, el grueso de la caballería romana la forman unidades de caballería media. Estas unidades se equipan con una lanza y una espada y se protegen con una cota de malla, casco y un escudo oval.
Este tipo de caballería busca el combate cuerpo a cuerpo por los flancos o la retaguardia del enemigo o se dedica a combatir con las caballerías enemigas. En ningún caso se trataría de caballería de choque. Para ello Roma disponía de unidades especializadas.
Los catafractos, clibanarios o bucelarios, según la fuente que consultemos, era la mejor caballería del imperio. Se trataba de caballería pesada destinada al choque frontal contra las líneas enemigas, a la manera que tendrían las caballerías pesadas de época medieval.


Este tipo de caballería, imitación de las caballerías sármata, alana o persa, está equipada hasta los dientes. Tanto el jinete como el caballo van protegidos por una armadura que les cubre todo el cuerpo y van armados con un kontos, una larga lanza que se blande a dos manos y que está diseñada para ensartar al enemigo al galope.
Además de esta caballería pesada, Roma también disponía de otra caballería especializada. Al igual que se imitó a los pueblos bárbaros en la adopción de la caballería de choque, también se hizo con los arqueros a caballo.
Estas unidades actuaban de la misma manera que lo hacían sus homólogas bárbaras. Hostigando al enemigo, disparando potentes flechas desde la distancia y simulando cargas y huidas, los arqueros a caballo romanos trataban de desorganizar las líneas enemigas.
El suministro
El suministro es un aspecto fundamental para los ejércitos de cualquier época histórica. El ejército romano de este periodo será sin duda el mejor pertrechado y con mejores suministros de la historia. En época de César Augusto, los ejércitos romanos se abastecían de artesanos propios y de productores civiles.
Desde mediados del siglo IV, esto cambiaría radicalmente. A partir de este momento las tropas romanas se abastecerían gracias a una red de fabricae, instalaciones industriales pertenecientes al Estado, que se dedicarían a fabricar todo el material necesario para las tropas imperiales.
La mayoría de estas instalaciones se situaron en lugares donde había centros de producción previamente, pero algunas se crearon exprofeso para abastecer ciertas zonas apartadas. Occidente contaba con 20 de estas instalaciones, mientras que oriente disponía de 15.


Los números del ejército
Para principios del siglo V, el ejército romano era el más grande del que había dispuesto en toda su historia. Si aceptamos no sólo el número de efectivos que nos proporciona la notitia dignitatum sino también el número de unidades, podremos observar el poder y la gran capacidad de acción de las fuerzas armadas del Imperio.
Como comentaba antes en el vídeo, los ejércitos romanos disponían de tropas de frontera y de ejércitos de maniobra.
De acuerdo a lo que nos dice la Notitia Dignitatum Occidente contaba con alrededor de 190.000 hombres en sus tropas de frontera. 148.000 serían infantería, alrededor de 48.000 formarían la caballería y también dispondrían de 14.000 marineros e infantes de marina.
Por su parte oriente contaría con un número similar de efectivos, alrededor de 195.000 soldados fronterizos, de los cuales aproximadamente la mitad sería caballería, un dato bastante importante para entender cómo oriente fue capaz de responder mejor a las amenazas de estas décadas.
En cuanto a los ejércitos de maniobra, las cifras de ambas partes del imperio son muy similares. Por su parte, occidente contaba con 109.000 soldados comitatenses, mientras que oriente disponía de 104.000.
En el caso de los ejércitos de manobra, la composición de fuerzas también era similar. En ambos casos, solamente el 20% de las tropas de maniobra eran unidades de caballería.
Conclusión
Como hemos visto, los ejércitos romanos del siglo V disponían de los medios, los hombres y la organización necesarios para enfrentarse a sus enemigos. O al menos, eso parece sobre el papel.
A pesar de la supuesta debilidad de esta época, sin duda hay que buscar otro tipo de causas, además de las militares, para entender la desaparición del Imperio Romano de Occidente en 456.





