Debido a las películas de Hollywood, se suele pensar que los mejores espías de la Guerra Fría pertenecían al bando occidental. Espías de la CIA, del MI6 británico o agentes especiales tipo James Bond.
A pesar de lo que pudiéramos pensar, podemos decir sin riesgo de equivocarnos, que los mejores espías de campo de la guerra fría fueron siempre de países del bloque socialista. Y quizás entre todos ellos, los más exitosos fueron los pertenecientes a la Stasi de la Alemania Oriental.
En este vídeo hablaré de Markus Wolf, el jefe de inteligencia de Ministerio de Seguridad de la República Democrática Alemana, un hombre tan misterioso durante de los años de la Guerra Fría, que era conocido como el “hombre sin rostro”, alguien de quien ni tan siquiera disponían de una foto.
Una infancia comunista
A Markus Wolf el comunismo le venía de familia. Nacido en 1923 en Baden-Wüttenberg, disfrutó de una vida acomodada en una familia de clase media, pero muy metida en política.
Su padre era un respetado médico naturista y homeópata, el cual, como miembro destacado del KPD, el partido comunista alemán, dedicaba sus noche a la agitación política. El joven Markus nunca fue ajeno a estas actividades. Ya de niño ingresó en el partido junto con su hermano.
Como miembros de los pioneros, el grupo juvenil del KPD, se dedicaron a hacer pintadas en las aceras con tiza en favor del partido durante las elecciones de 1933, algo que estaba terminantemente prohibido.


Pero la felicidad infantil le duró poco. Su padre, además de pertenecer al KPD era judío, por lo que la toma del poder de los nazis en enero de 1933 le ponía en el punto de mira del nuevo régimen. Para evitar males mayores, la familia Wolf tomó el camino del exilio en 1934. Como comunistas, el destino estaba bastante claro: Moscú.
Markus Wolf pasaría los siguientes años en la capital de la Unión Soviética, donde sería educado en la escuela del Komintern, un colegio especial para comunistas extranjeros refugiados en la Unión Soviética. No sería hasta que el final de la guerra mundial en 1945 cuando se le permitiese volver a Alemania.
La vuelta a casa
Después de once años en la Unión Soviética, Markus Wolf estaba listo para volver a casa. Pero no volvería sin más. Los soviéticos le habían preparado, junto con otras decenas de refugiados alemanes, para que formase parte de los primeros cuadros de la República Democrática de Alemania.
Markus Wolf aterrizó en Berlín en Mayo de 1945 junto con su primera esposa, a quien había conocido durante los años de la secundaria en Moscú. No viajaba solo. Le acompañaban muchos de los futuros líderes de la RDA, como Walter Ulbrich, líder del país entre 1950 y 1971.
Enseguida se puso a trabajar. Su primera profesión fue la de periodista corresponsal para la prensa soviética. Una de sus primeras tareas fue la de cubrir los juicios de Nürenberg en 1946, donde se juzgó a la plana mayor del régimen nazi. La profesión de periodista le iba como un guante a Markus Wolf, pero pronto sería requerido para otras labores.


Entrada en el espionaje
Bajo el auspicio de la Unión Soviética, el 7 de Octubre de 1949 se fundó la República Democrática de Alemania. En Mayo de ese mismo año, y bajo la protección de los Estados Unidos, había aparecido la República Federal Alemana.
A partir de este momento y hasta 1990, Alemania quedaría dividida en dos partes antagónicas, con sistemas políticos y económicos distintos y que estarían englobados en los dos grandes bloques enfrentados durante toda la Guerra Fría.
La Alemania oriental se puso rápidamente a trabajar. El 8 de febrero se fundó el Ministerio de Seguridad, la Stasi, encargada de proteger al régimen de las amenazas internas y externas que pudiesen amenazarlo.
Apenas eran un puñado de alemanes a las órdenes de varios agentes de la KGB soviética, encargados de adiestrarlos en las artes policiales y de inteligencia. Markus Wolf sería uno de estos primeros agentes. Pero sus cualidades no se desperdiciarían simplemente realizando acciones de contrainteligencia dentro del país.
En agosto de 1951 el Ministro-Presidente Otto Grottewohl, en una orden manuscrita, ordena la creación de un servicio de inteligencia exterior dentro de la propia Stasi. Markus Wolf será uno de sus 10 primeros agentes.
En 1951 este servicio era tan insignificante, que tenía su sede en un pequeño chalet a las afueras de Berlín. Para no llamar la atención de los vecinos, en la puerta había un cartel con el rótulo “Instituto de Investigación industrial y científica”.


Un ascenso fulgurante
Las aptitudes de Markus Wolf no pasaron desapercibidas en ningún momento. En diciembre de 1952, como si de un regalo de Navidad se tratase, Walter Ulbrich, líder de la República Democrática Alemana citó a Wolf en su despacho del Comité Central del Partido, cerca de la Alexanderplatz.


Allí, Ulbrich le dio la gran noticia: “el comité central del partido tiene el convencimiento de que usted debe dirigir el servicio de espionaje, ya que el jefe actual debe dejar su posición por motivos de salud”.
Es necesario decir que la causa de “por motivos de salud”, significaba que su predecesor había sido cesado del cargo. Con tan solo 29 años se convertía en General de la Stasi, el más joven de la historia. Desde ese momento y durante los siguientes 30 años, Markus Wolf se convertiría en el jefe de inteligencia de más éxito de la Guerra Fría.
A su llegada al frente de la organización, tan solo 40 agentes estaban a sus órdenes. Cuando abandone el cargo, más de 4000 agentes y cientos de informantes no oficiales recabarán información para la RDA.
Un duro comienzo
La fulgurante carrera de Markus Wolf pudo haberse truncado al poco de comenzar. El día 17 de Junio de 1953 se produjo un levantamiento popular en las principales ciudades del país en contra del régimen.
Todo había comenzado el día anterior, cuando con el objetivo de acelerar la reconstrucción del país tras la guerra, se decretó el aumento de las cuotas de producción, es decir, se aumentaron las cantidades que debían producir los trabajadores durante la jornada laboral, sin aumentarse al mismo tiempo los salarios.
Esta medida causó un gran descontento en el país, el cual casi se viene abajo. Solamente la intervención de las fuerzas soviéticas y la posterior represión del levantamiento lograron mantener el orden en las calles de la Alemania oriental.


Tras este tremendo varapalo para la Stasi, que no había sido capaz de prever ni detectar el descontento, Markus Wolf se vio cuestionado en su cargo. Aunque él tuvo suerte, porque al final mantuvo su puesto, mientras que su jefe, el ministro de seguridad, fue destituido.
Walter Ulbrich estaba convencido de que el levantamiento del día 17 se había producido por la instigación de occidente, que estaría tratando de provocar el Día X, la reunificación alemana bajo el paraguas de occidente. Ulbrich le encargó a Wolf que encontrara las pruebas que demostraran esta teoría, algo que hizo de manera eficiente.
Con su informe, Markus Wolf no sólo demostró que parte de la culpa del levantamiento había sido por la acción de los servicios de inteligencia occidentales, sino que hizo algo mucho más importante, dejó patente que si la RDA quería sobrevivir en un mundo polarizado debería invertir grandes cantidades de dinero y recursos en su propia protección.
El tándem perfecto
El 11 de diciembre de 1957 se nombró a Erich Mielke como Ministro de Seguridad de la RDA. Desde este momento será Mielke y no Ulbrich el interlocutor directo de Markus Wolf.
El tándem Wolf –Mielke convertirá durante los siguientes treinta años a la Stasi en la mejor policía secreta del bloque oriental y quizás en el mejor servicio de espionaje de la Guerra Fría.
Mielke era un veterano comunista. Unos años mayor que Wolf, había comenzado su militancia muy joven en Berlín. Allí había trabajado para el Partido Comunista Alemán como miembro de sus fuerzas de choque, donde se ganaría una reputación en los primeros años 30.


Después de asesinar a dos policías berlineses en 1932, Mielke escapó a Moscú, donde se formaría en las escuelas de la Unión Soviética. En 1936 fue enviado a España en las Brigadas Internacionales del Comintern y posteriormente, pasaría unos años en Francia, colaborando con la resistencia francesa.
Tras la guerra retornaría a Alemania, siendo uno de los primeros miembros de la Stasi tras su fundación, son el cargo de Secretario de Estado. Esa posición le permitió asaltar el cargo de Ministro en 1957, puesto que no abandonaría hasta el 17 de Noviembre de 1989, unos días después de la caída del muro de Berlín.
Con la colaboración de Mielke, se empezaron a invertir ingentes cantidades de dinero en seguridad y espionaje. Año tras año, el número de agentes e informantes de la policía secreta se fue aumentando.
Según sabemos hoy, para 1990, la Stasi disponía de alrededor de 80.000 agentes y 150.000 informantes no oficiales, lo que sumaba más del 1% de la población del país.
En cuanto a los espías, al final de la Guerra Fría, la RDA disponía de 4.000 agentes, 1.000 de los cuales estaban destinados en el extranjero y más de 10.000 informantes no oficiales.
Los mejores años de la STASI
Los mejores años de la inteligencia de la RDA fueron sin duda los primeros años 70. Y lo fue por tres grandes golpes. El primero fue la colocación en 1970 de micrófonos en la casa de Egon Bahr, el consejero más importante del canciller de Alemania Occidental Willy Brandt.
La misión se puso en marcha con el objetivo de conocer las intenciones de occidente ante la firma del tratado de Moscú o tratado sobre misiles antibalísitcos, un acuerdo que se acabaría firmando en 1972.


Markus Wolf desconfiaba completamente de occidente y creía que este acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Soviética no era más que un caballo de Troya para mermar el poder del bloque socialista. El segundo gran golpe, perpetrado en 1972, fue influenciar en el propio gobierno de Alemania Occidental.
La popularidad de Willy Brandt estaba cayendo en picado debido a la implementación de la Ostpolitik, una política de acercamiento al bloque socialista que tenía el objetivo último de llegar a la reunificación alemana.


Esta política implicaba pasar por alto ciertas actividades en la Alemania Oriental, como la represión política de disidentes o la concesión de grandes préstamos al régimen de la RDA.
Esta impopularidad acabaría manifestándose en una moción de censura que presentó la el partido conservador de la CDU. La moción estaba virtualmente perdida, ya que el SPD, el partido de Brandt, estaba en minoría en la cámara.
Pero la Stasi vino al rescate. Gracias a un suculento soborno de 50.000 marcos, lograron comprar al jefe del FPD, el partido liberal, y sacar adelante la moción. Y quizás el mayor golpe en la historia de la Stasi se dio ese mismo año de 1972 cuando lograron situar a un agente como secretario personal de Willy Brandt.
Gunter Guillaume, enviado desde la RDA a occidente a finales de los 50 con la consigna de introducirse en el SPD, el partido socialdemócrata, había logrado ascender hasta la cima. Durante más de un año, Guillaume dispuso de toda la información de occidente, que puntualmente pasaba a la RDA y que ésta distribuía por todo el bloque socialista.
Descubierto ya en 1973, los servicios de inteligencia occidentales lo utilizaron para pasar información falsa hasta su detención al año siguiente.


El hombre sin rostro
Como buen agente secreto, Markus Wolf era un misterio para sus enemigos. En occidente se le conocía como “el hombre sin rostro”. El BND, servicio de inteligencia occidental, conocía su nombre, pero poco más. Tenían una foto vieja, de su periodo como periodista después de la guerra y alguna información espuria de personas que decían habían hablado con él, pero poco más.
Sería un error de Wolf el que daría a conocer su identidad al mundo occidental. En 1978 Wolf viajó a Estocolmo junto con su segunda mujer. Este viaje fue un perfecto ejemplo del juego del gato y el ratón de los años de la guerra fría.
Existen varias teorías acerca del motivo del viaje, pero la más extendida era que Wolf viajó a Suecia para encontrarse con un representante del SPD alemán. El encuentro habría sido preparado por un agente de la inteligencia sueca que además era informante de la Stasi.
Wolf viajó a través de Finlandia a Suecia con un pasaporte diplomático falso. El viaje sin embargo había llamado la atención del DNB y del servicio de seguridad sueco. Tras visitar un restaurante en el centro de Estocolmo, se tomaron varias fotos de Wolf, que unos meses después acabarían en la prensa alemana.


La misión de Wolf en Suecia fue a pesar de todo un éxito. Después de que se tomaran estas fotos, Wolf y su colaborador lograron zafarse de la vigilancia y encontrarse con una importante fuente de la OTAN, el motivo real de este viaje.
La caída
La salida de Markus Wolf de su cargo fue del todo inesperada y nada acorde al trabajo que había realizado durante las décadas anteriores. En mayo de 1986 Markus Wolf y Erich Mielke tuvieron una reunión acerca del futuro del servicio de espionaje de la RDA.
La razón de esta reunión, era la nueva pareja de Wolf, la que después sería su tercera mujer Andrea Stingl, quien había tratado de emigrar a occidente desde su Checoslovaquia natal. Mielke dio a elegir a Wolf entre su nueva novia o su cargo en el ministerio de seguridad. Ese mismo día, Wolf dejó su cargo y vació su despacho.
Éste fue el final de la carrera de uno de los mejores directores de espionaje de la historia.

